El tren ha parado en La Cementera, una sucursal de la empresa de concreto Cruz Azul incrustrada en esta zona selvática. La máquina despega vagones y se cambia de carril para recoger otros que luego alineará en la columna de acero. Es momento de hacer guardia. Los hombres del vagón se levantan y fijan sus ojos en las veredas que circundan el tren.

Los asaltantes del camino se incorporan entre los polizones cuando la máquina hace paradas o los maquinistas, a veces de acuerdo con estos piratas, bajan la velocidad de las locomotoras para que puedan trepar. En este vagón, los hombres levantan sus varas y palos. Los dejan a la vista, para que se sepa que si hay asalto habrá respuesta. Un guatemalteco indígena sujeta la rama que lleva como si fuera un fusil, y apunta a la oscuridad. La silueta engaña.